domingo, 23 de noviembre de 2014

Deporte y sociedad. La toma de decisiones.


Es común en estos tiempos (al menos en nuestro país) escuchar a la gente decir que quienes no piensan como ellos son gente que no piensa y se deja manipular, en muchas ocasiones por desgracia es cierto pero, quienes acusan, regularmente en su mayoría son manipulados también, por otro grupo de gente con otros intereses pero manipulados al fin, y por ende, responsables también en cierta medida porque al final siempre se trata de imponer y no de respetar. Para quienes se estén preguntando ¿Qué tiene que ver esto con el deporte?, la respuesta es: MUCHO!!!
En teoría (sobre todo en nuestro país se queda solo en la teoría) el deporte debe contribuir al desarrollo integral de quienes lo practican, pues la práctica deportiva no atañe solo al deporte en si mismo o al desarrollo físico sino también al desarrollo cognitivo, social, afectivo, etc.

En deporte como en la vida se toman decisiones a cada instante, la idea, desde el punto de vista del desarrollo cognitivo es ayudar al niño a que comprenda el juego, sea capaz de hacer una lectura de cada situación y a partir de ahí tomar la decisión correcta, el anhelo, que esto al final se refleje en su actuar cotidiano. Sin embargo tanto entrenadores, profesores, como padres de familia regularmente suelen negar ese derecho a los jóvenes jugadores, es muy común ver a los personajes antemencionados gritar todo el tiempo, dando instrucciones tanto en entrenamientos y sobre todo en partidos a los jugadores imposibilitando así una mejor toma de decisiones de parte del jugador o simplemente el hecho de que tengan cierta autonomía para decidir (luego nos quejamos).

Esta situación me recuerda una anécdota que me sucedió hace no mucho tiempo:

Cierto día me toco ser árbitro en un encuentro amistoso infantil, los entrenadores de ambos equipos eran conocidos míos y uno de ellos, de esos que en el discurso hablan de formación, de educación, de valores y demás quería (para variar) ganar a toda costa el partido y en la euforia gritaba todo el tiempo a sus jugadores cosas como: corre, defiende, ataca... El partido terminó, tuvimos una plática, nos preguntó a otro amigo entrenador y a mi como veíamos a su equipo y le respondimos que había que seguir trabajando, sobre todo en la toma de decisiones y que debía intentar en lo posible no intervenir tanto (con los gritos) y que en caso de darlos, fueran instrucciones mas puntuales pero que era muy importante dejar que ellos pensarán y ejecutaran por si solos. Fue una charla breve, la aceptó de buena manera y nos despedimos. Tuve la oportunidad (por coincidencia) de volver a ver a su equipo a la siguiente semana y me encontré con la siguiente situación:

En realidad los gritos no eran menos pero si habían cambiado; en lugar de gritar las cosas que gritaba la semana anterior, cada vez que un niño tenía el balón, los gritos eran: PIENSA, PIENSA!!!

Mucha evolución no hubo pero se valora el intento.

Es evidente que por mas que existan las mejores intenciones, si el nivel de formación no corresponde al nivel del deseo, los objetivos no habrán de cumplirse.

Con este ejemplo de un entrenador de basquet (aplicable a cualquier ámbito) quiero mencionar lo siguiente:

No se trata solo de dar un discurso en el cual como suele pasar nosotros somos dueños de la verdad, el resto están equivocados y peor aún, son manipulados; se trata en primer lugar de hacer un ejercicio mental propio, una introspección, conocer nuestras propias fortalezas y debilidades, saber hasta donde tenemos alcance, dar el máximo esfuerzo, no dejar pasar nada aunque el alcance sea poco y trabajar para tener alcances mayores, no quejarse o pensar que haría yo si estuviera en otro lugar, estamos en el lugar que estamos y desde ahí hay que comenzar (preparar la sesión con ejercicios que contribuyan a nuestro objetivo, no hacer lo mismo de siempre, si no sé puedo preguntar, tomar un libro, revisar apuntes, informarme, formarme, esforzarse igual sea que trabajemos con jugadores iniciales que con una selección estatal o nacional de manera que el jugador mejore sea cual sea su nivel y no conformarnos con estar pensando que lo haríamos mejor que el otro si estuviéramos en su lugar, el mejor equipo es el que tenemos).

Segundo paso, con base en nuestros propios conocimientos ayudar, brindar las herramientas necesarias a otros para que realicen su propia introspección y respetar su propio proceso, no intervenir para que hagan lo que nosotros creemos, en todo caso mostrarles diversos caminos (llevar a cabo la sesión, tratar de cumplir con la tareas planteadas respetando el ritmo de cada jugador, no todos aprenden al mismo ritmo ni todos solucionan las cosas de la misma manera, cada quien lo hace de acuerdo a sus recursos, habilidades o preferencias)

Tercero y último, si preparamos a la gente para tomar decisiones, dejemos que tomen decisiones, el error es parte del aprendizaje y nadie está exento de ellos, evidentemente una persona que ha llevado un buen proceso de aprendizaje y que cuenta con herramientas, podrá darse cuenta de la falla y corregirla, de lo contrario habremos fracasado porque estamos hablando de autogestión y no de manipulación (dejar que el niño juegue, que se equivoque, que se haga consciente de su error y que trate de repararlo con las herramientas que le hemos dado, con la guía que le hemos proporcionado, no con un script porque ni en el juego ni en la vida existen, solo en las películas y aún en ellas los grandes genios se dan el lujo de improvisar)

En pocas palabras: Hablar menos y demostrar mas; la gente reacciona mejor al ejemplo que al discurso, piensa y actúa mejor cuando ha formado su propio criterio, cuenta con mas y mejores herramientas no cuando el resto le dictaminan lo que debe pensar, hacer y como debe hacerlo.

Autonomía y respeto: todos lo exigimos, pocos lo desarrollamos en nuestro quehacer cotidiano, en nuestra propia área de competencia, hay que comenzar ahí.

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